Todos los fines de semana, en el barrio La Palomera, existe una tradición que no deja de realizarse pese a la situación que esté atravesando el país. Los sopazos, coloquialmente llamados “sancochos”, realizados por la comunidad son un punto de encuentro en el que todos aportan y se sienten en casa.
Para esta oportunidad, nosotros pudimos compartir esta tradición con la finalidad de expresar las nuevas posibilidades que existen en este lugar y agradecer el encuentro y la receptividad de cada una de las personas que nos recibieron todos los viernes por dos meses consecutivos. La Palomera ha tenido una evolución a pasos agigantados, pasó de ser solo un barrio a conformar parte importante de la ciudad, siendo ejemplo de que las ganas de mejorar pueden más que la decadencia. Sonia de Mejía comentaba que la comunidad tiene algo particular: la comunicación. Esta es una práctica que se realiza de manera constante porque todos han tenido un norte en común, la prosperidad que se pueden generar desde los diferentes espacios y disciplinas del saber que se tengan. En este día, todos compartieron en la reunión, muchos colaboraban, otros veían las maquetas que realizaron los estudiantes para la comunidad mientras hablaban sobre todas las cosas que desearían que se realizara. Fue un espacio de encuentro con el otro y sus paradigmas, un espacio lleno de esa fraternidad que poco se vivencia en otros lugares. Así terminó este curso de ampliación en La Palomera, con un sinfín de expectativas y trabajo por hacer, pero con algo logrado: la motivación para creer que si se pueden cambiar grandes cosas con una acción pequeña.
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La comunidad de La Palomera es una zona autoproducida que cuenta con varios puntos de interés, sobre todo en sus adyacencias, por este motivo, se recorrió el barrio por sus alrededores. Para observar a la comunidad desde otra perspectiva, se subió por el sector de Piedra Azul, el cual posee varias escaleras que sirven de conexión entre las veredas, así mismo, en la parte baja de la comunidad se encuentra un Centro Diagnóstico Integral que separa a La Palomera y a la Urbanización Piedra Azul; desde la urbanización se observa en contrapicado el barrio, éste, al mismo tiempo, presenta deslizamientos de tierra, y casas muy cercanas al precipicio, lo que pone en riesgo a las familias que allí se encuentran. Desde el Centro Comercial Manzanares se evidenció cómo los habitantes del barrio tienen que caminar para hacer mercado, debido a la falta de transporte, así mismo deben trasladarse por una carretera que se encuentra en desuso y culmina en la cercanía de un pequeño precipicio. Durante el transcurso del recorrido, se hizo notar la problemática con el transporte, la basura y el gas, en este último hay un punto de venta en una calle cerrada en la que los habitantes del casco de Baruta como de la comunidad compran sus bombonas. Con respecto a la basura, se sigue observando la cantidad de desechos, sin embargo, el punto de reciclaje en una de las entradas principales entradas de La Palomera, se mantiene en buen estado. Para el barrio no pasa transporte público, por lo que los residentes deben esperar un autobús en la avenida principal del sector Piedra Azul.
En horas de la mañana el equipo de diagnóstico formado por estudiantes y profesores de la UCV, USB y UCAB coordinaron cuál sería el punto de partida para recorrer el barrio La Palomera, en conjunto con el Sr. Catalino, miembro de la comunidad. De primera mano se identificó el problema más latente dentro de La Palomera, el cual resultó ser la basura, esto debido a la escasez de containers, lo que ha ocasionado un exceso de basura en la comunidad. A lo largo del recorrido por Santo Domingo, La Acequia y Barrialito, se pudo denotar la cantidad de basura que persiste en dichos lugares, sobre todo en las entradas principales. Se tuvo la oportunidad de conversar con algunos de los habitantes, quienes denunciaron que Fospuca, empresa recolectora de basura en el municipio Baruta, no pasa con la regularidad necesaria para acabar con el exceso de desechos, sin embargo, Fospuca le hizo saber a varios miembros de la comunidad que el trabajo se dificulta debido a la falta de containers y de implementos para recoger la basura que se encuentra dispersa en el piso. Asimismo, existen personas, no residentes de La Palomera, que vierten la basura en las entradas principales del barrio, siendo cómplices del exuberante cúmulo de basura. El problema va más allá de desaliñar la comunidad. Estos desechos afectan al ambiente “porque se descompone, genera malos olores, atrae plagas y demás animales, y ocupa espacios públicos. Cuando la basura cae en cursos de agua genera deslizamientos de la tierra y favorece la erosión porque la basura se moja y se vuelve más pesada”, así lo destacó Joaquín Benítez, especialista en Sustentabilidad Ambiental.
Como solución a la problemática, Rosalba Gil, miembro de la comunidad de La Palomera aseguró que existe un programa de reciclaje donde se les exige a los residentes del barrio que dividan la basura de acuerdo a los contenedores. También resaltó que los jóvenes participan en jornadas de reciclaje a través de carteles con mensajes que incentiven a los habitantes a reciclar la basura y cuidar del medio ambiente. “Identificar dónde pudieran construirse lugares donde la gente se sienta motivada a dejar la basura y no lo haga en cualquier sitio”, es una solución de orden estructural brindada por Benítez para solventar la problemática. |
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Marzo 2019
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